Estamos viviendo un minuto histórico en el país y en el mundo que seguramennte va a quedar marcado como una bisagra en el curso de la política económica y las demás políticas en general.
En el mundo acaba de hacer crisis el capitalismo en su componente parasitario que es el financiero especulativo.
Porque hay que aclarar que esta crisis explotó en el sector financiero especulativo y no en la economía real. Entendiendo a la economía real como la que conocemos todos y hacemos a diario, el comercio, la industria, el agro, los servicios, en fin. La economía especulativa es la que opera en las bolsas de timba y en los bancos, desplazando fondos de inversión de un lado a otro del mundo según se olfateen oportunidades de obtener ganancias usureras de manera relativamente fácil y rápida.
Son estos movimientos de capitales financieros a escala mundial los que, con sus fugas desreguladas, generan grandes inestabilidades perjudicando siempre a los países de la periferia.
La economía real se vio afectada porque en muchos lugares del mundo estos capitales golondrina (cruza con buitre) estaban invertidos en acciones de empresas de la economía real, y al empezar esta crisis fueron retirados abruptamente a causa la incertidumbre y la falta de confianza, haciendo caer los valores de las acciones y la financiación de las empresas.
En esta crisis no se termina el capitalismo, sólo se moderan esos grandes flujos de capitales financieros. Pero el sistema va a continuar igual y esos flujos van a empezar de nuevo su juego ni bien se reestablezca la confianza.
Es prioridad crear reglas claras y contundentes para encausar y controlar esta especulación para evitar otra fragil burbuja económica mundial.
En lo que a nuestro país respecta, no nos afectó demasiado la crisis mundial porque aquí operaban pocos capitales golonbuitres, no porque nuestra economía opere con pocos, sino porque ya hacía varios meses que estaban emigrando hacia otros territorios espantados de aquí por la inestabilidad política e institucional y por la incertidumbre general que está aplicando el gobierno de turno como política de estado.
Pero a lo que quería llegar es que mientras en el mundo pasa todo esto, nuestra joven Argentina está recién vislumbrando el camino que debe andar, y que debió haber tomado hace unos cien años mas o menos. Recién estamos descubriendo que debemos apoyarnos en nuestros recursos estratégicos para ser un país fuerte, que podemos tener un sistema económico tan fuerte que ninguna crisis importada lo pueda voltear, y que podemos acercarnos al pleno empleo.
Y es natural que así sea, los países de América del sur y central somos sociedades que estamos en la adolescencia hablando en tiempos históricos. Y si a esto le sumamos las dictaduras militares que hemos padecido algunos y otros gobiernos funcionales también a intereses extranjeros que nos han hecho dormir cuando no retroceder, recién ahora estamos en condiciones de empezar a caminar el camino bueno con toda la experiencia que hemos vivido.
Yo soy un optimista sobre nuestro futuro.
Hay mucho por hacer, pero con reglas claras y una buena comunicación lo vamos a hacer contentos.
Ahora, tenemos que empezar por llenar el congreso de cerebros y no de perejiles que votan sin leer lo que les digan desde el ejecutivo. Así podemos evitar que algún otro que nos engañe y llegue a la presidencia nos siga haciendo perder el tiempo.