En esta oportunidad con dos variantes respecto a la anterior.
Una es positiva, que en lo económico no va a ser tan duro como en 2001.
La segunda es negativa e incierta. Esta vez hay en juego un factor social nuevo.
Y es algo que creó el mismo gobierno nacional desde su total irresponsabilidad.
Es la división social que se ha generado en los últimos dos años con el condimento de un resentimiento clasista fogoneado desde el poder ejecutivo y sus apañados dirigentes sociales sin escrúpulos para la violencia física y verbal.
Este ejemplo que se da desde arriba, ha servido de incentivo para delincuentes y potenciales delincuentes para sentirse con cierta impunidad a la hora de cometer sus delitos.
Esta actitud de parte de quienes tienen que conducir un país, es quizás el peor daño que se le pueda hacer a una sociedad.
Y también es un atropello a los derechos humanos.
Esta herida social tarda unas generaciones en cicatrizar.
Recordemos las obligaciones principales de nuestros representantes son constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad.